Trabajo en un centro comercial. El ritmo allí, es algo monótono. Clientes que entran, compran o fisgan y sin más desaparecen. Algunos son asiduos clientes pero no entablan conversación. Solo lo justo y por cortesía. Sin embargo, hace dos semanas que venga observando a un cliente un tanto peculiar. A simple vista, parece uno más de los habituales. Pero este en concreto, viene demasiado a menudo y varias veces al día. Es un hombre de estatura media. Calculo que mide 173 cms. De complexión normal. Bien afeitado, Con perilla y un olor… que me vuelve loca. Cuando pasa por mi lado, él no lo nota, pero cierro los ojos y aspiro ese olor que me pone a cien. Esta mañana, se ha detenido justo a mi lado y se ha dirigido a mí para preguntarme algo. Me he puesto tan nerviosa que lo que llevaba en las manos (unos pegamentos) se me ha caído. - ¡Uy lo siento! – le he dicho con voz entrecortada. . Tranquila mujer. No pasa nada. ¿Podrías ayudarme? – Me ha respondido. Al escuchar