Habíamos entrado en lo que llamábamos “la nueva normalidad” llena de reglas y restricciones. Sobre todo, restricciones. Ya nada era lo mismo. La gente iba recelosa por la calle. Las muestras de afecto se habían suprimido. Los abrazos habían desaparecido y los niños ya no jugaban en los parques. La vida se había detenido hacía ya casi cuatro meses y parecía no querer arrancar de nuevo. Ella, estuvo todo el tiempo en casa. Sólo salía para ir a comprar el pan y lo hacía concienciada de la situación. Pero todos los días podía notar en su corto recorrido que unos ojos la seguían. Al principio, no le dio importancia. Sería casualidad. Pero con el paso de los días se fue percatando de todo lo contrario. Esos ojos la observaban y siempre la seguían en su camino de ida y vuelta. De manera que se acostumbró a ellos y una mañana sin darse cuenta se encontró saliendo del portal y buscando esos ojos descubriendo para su asombro , que al encontrarlos se